Muchas veces vemos a alguien malo y tendemos a pensar que todo el mundo es igual o que la sociedad es completamente perversa. Sin embargo, hay buenas personas a nuestro alrededor.
La solidaridad nos hace más felices, desde el altruismo. Aunque uno a nivel individual piense que está haciendo poca cosa, está contribuyendo al bienestar de las personas y eso es algo que se distribuye y acaba construyendo una sociedad más solidaria y, por tanto, más feliz.
Recientemente ha llegado a la ciudad una familia (pareja e hija) de otro país. Esta familia presenta dificultad para cubrir sus necesidades básicas y buscaba comida por los contenedores. Un día se toparon con una buena persona que se interesó en ellos. Esta persona los acogió en una de sus casas y los invitó a quedarse hasta que remontaran. Este señor, junto al resto de su familia, se están movilizando para ayudar a la otra familia a mejorar su situación. Es un camino largo ya que hay muchas cosas que hacer. Sin embargo, la acogida que han llevado a cabo es digna de mención.
No sólo están alojados en una de sus viviendas sino que, además, tienen cubiertas todas sus necesidades. Además, esta familia ha movilizado a otros padres, del cole de sus hijos, para recaudar dinero e intentar mejorar, poco a poco, la situación de estas personas. En tan solo una semana, han recaudado dinero para comprarles una caravana; le hicieron una fiesta de cumpleaños (con regalos incluidos) a la niña el día de su cumpleaños… En definitiva, están compartiendo todo lo que tienen con aquellos que, por circunstancias de la vida, están pasando por un gran bache.
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